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Antes de que existieran los antibióticos y los sistemas de salud pública, las epidemias resultaban tan inexplicables como incontrolables. En los tiempos de la peste negra el miedo ante un mal inevitable y desconocido corría paralelo a la propia enfermedad. Apelar a lo sobrenatural y a la moralidad fue durante mucho tiempo más frecuente, pero menos eficaz, que los intentos por impedir la transmisión de la enfermedad mediante las decisiones de las juntas de salud que, poco a poco, se fueron creando en diversas ciudades europeas. Esas organizaciones son los precedentes de los sistemas de salud pública modernos. |
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